Recupero para este artículo la historia de Flora Nwapa, y lo hago con gran admiración por ser pionera en muchas cosas. Primero, por ser la primera mujer novelista nigeriana que logró publicar un libro; segundo, por ser también la primera mujer africana que consiguió que una editorial inglesa editase su libro en ese país, y por último, por crear la primera editorial propiedad de una mujer negra africana en toda la zona oeste del continente.
Y a todo esto, meritorio ya por excelencia, hay que sumarle haber nacido en 1931, en un país con el triste reconocimiento de ser, por aquel entonces, uno de los más pobres de África, y en donde la mujer estaba destinada a ocupar un segundo plano en la sociedad.
Contó con una buena educación, y pudo acudir a la Universidad. Publicó una docena de libros entre los que destaca Efuru, que escribió en 1966, y que la catapultó a la fama. Basada en la historia de una mujer elegida por los dioses, Flora cuestiona permanentemente, a lo largo de sus páginas, el papel tradicional femenino. Tras perder a un hijo y con dos infelices matrimonios a sus espaldas, la heroína no deja de luchar contra todos los obstáculos que le impiden ser una mujer de éxito. En él, por primera vez, una novelista se atreve a hablar de la mujer desde otro prisma, cansada del estereotipo de la mujer africana que recreaba los escritores de su país.