Llegó como un soplo de aire fresco.
Pero era solo eso.
Tan rápido como apareció, se fue.
Ese instante de tiempo, del que ya no recuerdo si fue mucho o poco, cambió mi vida para siempre.
Y no solo mi vida, sino también mi corazón.
Todavía sigo preguntándome cómo algo tan fugaz puede destruirlo, si siempre ha estado cuidadosamente protegido por una coraza.
Pero lo consiguió.
Y lo mas increíble de todo es que, por sentirlo de nuevo, sería capaz de entregárselo una y otra vez… ya desarmado.
Como la vida misma.