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Maravillosa reseña de @srta.lioncourt en Instagram de Nadie a quien querer. 

Palabras que me llenan de felicidad, capaces de transmitir la verdadera esencia de la historia. Foto maravillosa.

« NADIE A QUIEN QUERER » ; Ruth Utande.

Sin proponérnoslo, arrastramos en nuestras vidas las decisiones y los restos vitales de los que nos precedieron. Sus historias son como ecos incongruentes que resuenan y restallan en nuestra mente, en nuestros actos, como una espesa cacofonía. Hilos de telarañas que se adhieren para no soltarle jamás. Ineludibles.
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Esta historia comienza en Galicia, en 1905. Adelina y Mariano, un joven matrimonio, huyendo de la hambruna y la falta de oportunidades en España, pone rumbo a La Habana.
Los gallegos son muy cotizados en el país, pues su tesón y sus agallas en el trabajo no tienen parangón. Así que pronto comienzan a ganar algo de dinero con el único fin de una pronta vuelta a su tierra.
Pero las cosas nunca son como uno las imagina.
Tienen una hija: Josefa… y será ella quien tejerá una precisa red que la posicionará en la cúspide de la telaraña, acudiendo presta a cualquier vibración, hilando, envolviendo o engullendo según su antojo. Controlándolo todo.
En torno a ella crecerá una estirpe marchita con ansias de respirar…
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Su lectura ha sido exquisita, impregnada de olor a sal, de viviendas apresuradas en la trastienda, de quesos que cruzan el atlántico para traer consigo esa agridulce morrina. Olor a hortensias y puros habanos; la sensual cadencia de las mulatas al caminar. Las recatadas gallegas con sus puntillas. Esos colores ocres y avainillados que imaginamos en La Habana en contrapunto con la gama infinita de grises que pueblan Galicia.
Deseos que se convierten en amargos anhelos. Cartas que no llegan a tiempo. Una botella de ron compartida cada domingo a los pies de una sepultura. Café. Flores frescas.
Rosa. África. América.
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Es una novela corta de ritmo ágil y prolífico. Abarca tres generaciones de sueños, deseos, ilusiones, decepciones y sufrimiento. Una historia que puede palparse, real como la vida misma; esa vida que dispone a su antojo, a veces injusta y cruel, arrastrando al vacío a sus integrantes sin el mínimo atisbo de piedad.
#reseñassrtalioncourt

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